domingo, 8 de mayo de 2011

Cristo vence (I)

Viviana Demaría y José Figueroa

En nombre de Dios
La humedad de la madrugada empapaba las sábanas que envolvían el cuerpo del Capitán de Fragata Néstor Noriega. El frío se sentía con mayor intensidad. De todos modos, nada impidió que durmiese en calma.
Desde la cocina avanzaba un familiar aroma a café con leche que lo despertó. En la esquina derecha de su habitación, a los pies de la cama, rezongaba un reclinatorio. Eran las 4 de la mañana, rezó. Pidió la fuerza necesaria para derrotar al enemigo en la dura batalla que tenía por delante. Pidió también por el perdón de sus pecados y por si acaso al final del día no regresaba con vida, que su alma fuera recibida en los brazos del Altísimo.
Se persignó y se dirigió hacia la ventana para echar un vistazo antes de salir. El cielo encapotado le arrancó un insulto. Ese día, la consigna que ardía en su mente y en su corazón, debía triunfar. Costara lo que costase, Cristo vencería.
Dio las últimas órdenes y trepó a su North American AT-6. A las 10:30 despegaron los aviones de Punta Indio. A las 12:40, Néstor Noriega besó su rosario blanco, nuevamente se persignó y arrojó las primeras dos bombas sobre la Casa Rosada.

La vida por Perón
El Gloster Meteor trazó una sublime curva en el cielo. Como un kamikaze bajó hasta situarse a unos cuarenta metros del suelo de la avenida y orientó su trompa contra el edificio de la CGT. De los cuatro cañones de 20 mm comenzaron a desprenderse las balas trazadoras que trepanaron el frente. Héctor Passano ya estaba de pie en la azotea dispuesto a dar la vida por Perón. Luego de un instante de espanto, desenfundó su pistola 45. Esperó a que el aparato estuviera más cerca y le vació medio cargador de frente. De pronto creyó que había tropezado cuando cayó de espaldas, pero esto no lo distrajo. Le metió el resto de las balas a la panza del avión hasta que sus ojos ya no vieron nada. Dos proyectiles lo habían partido por la mitad. Pero Héctor nunca lo supo.

Ángeles
Inés Pilar Amezúa y Viola Sara Bun bajaron presurosas de la ambulancia. Sus ojos horrorizados no daban crédito a esas imágenes. Pedazos de gente…trozos de cuerpos…barro de sangre…aullidos de dolor y ellas dos, en medio del espanto, como ángeles en sus blancos y almidonados uniformes de enfermeras. Mientras el avión venía ametrallando con sus cuatro cañones toda la avenida, ellas estaban socorriendo la poca vida que había quedado entre hierros humeantes y escombros.
Quedaron deshechas cuando las brutales balas de 20 mm se ensañaron con sus alas.

La rendición
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Eran las 16:45. Los comandos civiles habían desertado. Los marines habían sido vencidos en la batalla del bajo y los sublevados del ministerio de marina se habían rendido. Noriega les comunica a los pilotos en vuelo que el plan ha fracasado, que deben volar hacia Montevideo.
Esto no va a quedar así, rugió.
Al aterrizar, fue testigo de una imagen patética. Trescientos tipos se peleaban a patadas por subir a un avión de transporte donde solo cabían cincuenta.
Ustedes hijueputas –le ordenó a tres de sus oficiales que estaban a punto de subir- pónganme dos bombas, o los cago a tiros.

El gasómetro
Ya en el aire, buscó el objetivo.
Van a aprender la lección…gritaba en la cabina… ¿les gusta cantar la vida por Perón?, pues hoy van a dar la vida por Perón… ¡hoy Cristo Vence, carajo!
La enorme estructura de noventa metros de altura y cincuenta y siete metros de diámetro se distinguía perfecta. Un piquete de cientos de obreros había cortado la Avenida General Paz en la intersección con la Avenida de los Constituyentes. De espaldas a ellos, se levantaba el “Gasómetro”. A quinientos metros abrió fuego. Una sola bala mataba a cinco obreros promedio. Su risa era demencial. Dejó caer las dos bombas y puso rumbo al exilio.
No explotaron.
Su rabia pudo más. Me cago en Dios – pensó.

La historia que no fue
Las 75.000 toneladas de gas habrían deflagrado en medio de una bola de fuego de 300 metros de diámetro. La monstruosa explosión habría calcinado todo en un radio de 4 kilómetros y su onda expansiva habría llegado hasta el Tigre. La magnitud de la explosión habría sido de 2,4 grados en la escala de Richter.
Villa Devoto, Villa Ortúzar, Santos Lugares, Villa Maipú, Coglhan, Vicente López, Núñez, Villa Adelina, Villa Ballester, Tres de Febrero, Billinhurst, Villa Bosch, Belgrano, Colegiales, Paternal…hubieran sido devastadas.

¿Por qué la masacre de Buenos Aires permaneció borrada de la memoria social y política por más de 50 años?, ¿A cuánta gente estuvieron predispuestos a matar?

La lista de los criminales
Capitanes Orlando Oscar Arrechea, Eduardo Correa, Enrique Desimone, Capitanes de Fragata J. A. Bassi, Néstor Noriega y Osvaldo J. E. Guaita; Capitanes de Corbeta Oscar E. Pecchella, Luis M. Delacanal, José A. Olarte, Osvaldo S. Pitrau, Anastasio Del Peral, Carlos C. Pérez, Adrián Cambier, Jorge Imaz, Enrique A. Mansilla, Santiago Sabarote; Tenientes de Navío Eduardo Salvador Belardi, Rafael M. Checchi, Raúl E. Salgado, Roberto Sanguinetti, Juan C. Escadé, Juan C. Caldetini, René J. J. Burgerer, Héctor Florido, Carlos J. Fragui, Carlos A. Velez, Jorge A. Irigoin, Eduardo Ruiz, Jorge M. Grau, Carlos Fackievell, Gustavo Aracuma, Julio Garavaglia, Carlos Massera, Eduardo Guggia, Julio R. García, Ricardo A. Moreno; Tenientes de Fragata Alfredo Mac Dougall, Raúl J. Robatto, Augusto Aragas, Alberto de Agostini, Alfredo del Fresno, Carlos A. García, Ricardo J. Aguirre, Carlos Carpintero, Aldo Pellizone, Jorge Codispotti, José A. Ventureiro, Alfredo Mario Eustaquio, Juan C. Miranda, Luis Rodolfo Cisterna, Heriberto Frind, Martín Torres; Tenientes 1ro. Enrique R. Gavazzi, Juan C. Carpio, Juan E. Alvarez, Aurelio Martín, Juan A. Ciafardini, Luis E. González, Rafael Cantisani, Guillermo Palacios; Tenientes de Corberta Enrique W. Santillán, Alberto B. Padin, Américo Blanco, Raúl Pelle, Alex Richomend, Julio S. Cano, José A. Huergo, José I. Demarini, Roberto B. Moya, Carlos Corti, Eduardo Invierno, Diego Bakas, Luis A. Soto, Hugo C. Adanoli, Máximo Eduardo Rivero, Santiago Martínez Autin, Napoleón A. Pattini, Luis Suárez; Tenientes Héctor R. Luoni, Néstor E. Marelli, Armando Jeannet, Mauro E. Ozalta, Adolfo A. Guerra, Juan R. Bochier, César A. Petre, José María Romero, H. Moni: Guardiamarinas Julio V. Stenser, Gustavo Giachelli, Osvaldo I. Pedroni, Juan A. Romantilla, César R. Dennehy, Héctor Y. Cordero, Manuel N. Flores, Horacio P. Estrada, Claudio G. La Rosa, Duilio Ferrari, Sergio Rodríguez Renid, Miguel Angel Frondona; Alférez C. Blozi, Carlos A. Deblasis, Capitán Martín Manuel Capitán, Teniente A. Guerone, Capitán Simoni, Teniente Máximo Rivero Kelly, Capitán M. Osarte y Suboficial 1° Domingo Gallo, Suboficial 2do. Héctor M. Aguilar, Cabo 1ro. Alfredo Rocca, Cabo 2do. Efrain Ascua, Cabo Radiotelegrafista Carlos P. Zigo. Capitanes de Navío Arturo Gustavo Mazza, Vicente M. Baroja; Brigadier Mayor Samuel Guaycochea, Brigadier Guillermo Zinny; Comandantes Luis Albornoz, Arnoldo C. Miggiore, Miguel J. Costa; Capitanes Enrique Smith Estrada, Germán Zain, Abelardo Sangiácomo, José Pedro Villa, Roberto Tiscornia, Guillermo R. Forn y Puig, Juan M. Coll, Juan Giacchetti; Tenientes Primeros Mario Bianchi, Abelardo Fonseca, Osvaldo A. Cacciatore, Arquímedes Roberts, Héctor Daza; Tenientes Carlos María Campos, Manuel J. Jardon, Francisco Cabrera, Carlos Gómez, Osvaldo Caffata, Juan Carlos M. Favergiotte, José Dodorico, Roberto Tamporinia, Norberto A. Gernich, Ernesto Justoni, Osvaldo Gianpaoli, Jorge Pavone; Alféreces Víctor Lecomte, Tomás Córdoba, Francisco Mattasi, César Guiñazú, César Silvester, Antonio Diego López.

Ex Diputado radical, Dr. Miguel Angel Zavala Ortiz.

Todos ellos arribaron a Uruguay en 37 aviones de guerra que tenían pintado en el fuselaje “Cristo Vence”.

La segunda parte el domingo 19 de junio

La Quinta Pata, 08 – 05 – 11

La Quinta Pata

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